MUSEO SOUMAYA, LA RESACA, DESPUES DEL EFECTO GUGGENHEIM




A Lourdes, Magda y Marco, gracias por la compañía.

Llegando por la avenida Miguel Cervantes, casi al encuentro de Ejercito nacional, en los limites de la reciente Plaza Carso, una suerte de acrópolis del poder monopólico en México; se levanta el nuevo Museo Soumaya con su particular y brillante silueta, caprichosa y aparente orgánica, su piel de escamas hexagonales, que cubren una compleja estructura, producto de la colaboración de LAR (la hasta hace poco oficina de Fernando Romero) con ARUP.

Esta envolvente da una sensación de inexpugnable en apariencia a cualquier estimulo de fuera, sin embargo una ligera abertura, nos hace posible trascender al interior.
Se revela entonces un vestibulo que se va abriendo, en relativa penumbra, es aquí donde se nos presentan dos opciones: subir por la rampa e ir visitando sala por sala en ascendente, hasta llegar al nivel superior o bien; tomar el elevador, empezar desde el nivel mas alto e ir descendiendo, esta ultima es la escogida.

Al llegar al nivel superior se presenta la sala de las escultura iluminada en el centro por un cenital, un conjunto heterogéneo de obras, promiscuidad de figuras y genios; Dalí por acá, Rodín por allá sobre pedestales blancos, este espacio es el único que goza de iluminación natural, se destaca la estructura del techo con armaduras de acero de la que cuelgan lamparas flourescentes, la estructura es similar a la de cualquier WALMART ¿Será una metáfora "estructural" de la mercantilización del arte?, en fin.
Dejando atrás la sala de las esculturas se baja a través de una rampa que comunica los restantes cuatro niveles, es ineludible comparar en sus recorridos, este museo con el Guggenheim de Nueva York, pero al contrario de la obra de Frank Lloyd Wright, en donde el camino ascendente se transforma en espacio expositivo, las rampas de Romero no nos ofrecen arte, sino que son simples pasajes, que rodean a las diversas salas de exposición.

Algo que llama la atención, a lo largo del recorrido espacial, es el descuido en los detalles: pintura mal terminada, muros de tablaroca mal emboquillados, despostillados, burdos cinturones de soldadura en columnas y elementos de acero, iluminación mal ubicada, etc. Detalles que pasarían en un modesto museo de provincia, pero no en la obra cultural insignia del hombre mas rico del mundo.
Esto es mas evidente cuando se trata de Fernando Romero, uno de los principales exponentes de la generación X, esta "nueva" ola de arquitectos, que tomó por asalto el panorama de la arquitectura en México desde la década de los noventa, egresados mayormente de prestigiosas universidades privadas, trabajo y estudios en el extranjero, con animo globalizador, para dejar atrás los clichés nacionalistas y el estigma de obra barata, improvisación y artesania, que rodeaba a la arquitectura "hecha en México", con el fin de homologar la obra arquitectónica mexicana, con lo mejor de la producción edilicia mundial.

La mayor virtud del Museo Soumaya es su presencia urbana, pese a las opiniones adversas, el edificio reacciona ante sus vecinos corporativos de plaza Carso (dicho sea de paso, creaciones de Romero) y se asume como contenedor de arte con su forma particularmente escultórica, que nos recuerda al protagonista principal de la colección de Carlos Slím: Auguste Rodín.

Sin embargo, el edificio se queda corto, tardía y fallida manifestación del "efecto Guggenheim", ironicamente hace eco al interior de todos los vicios que rodean a la construcción en México. Lo anterior nos obliga necesariamente a una reflexión acerca de la necesidad de un cambio de rumbo en la arquitectura hacia lo social y lo ambiental, dejando atrás los excesos formales y las recetas fáciles de hacer ciudad.

texto y fotografías: Hans Kabsch.


Comentarios

  1. El diseño de Romero para el museo Soumaya deja mucho que desear, es evidente un arquitecto inexperto con muchos errores muy obvios, un vestíbulo minúsculo, falta de vestibulación en los baños, una rampa sin mucho diseño y una cúpula en el piso superior sin proporción. De la construcción se puede decir que es de pésima calidad, todavía hay pedazos de cimbre en lo muros de concreto de la escalinata y por dentro es un mar de tablaroca.

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  2. Así es Edmundo, gracias por tu comentario

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